Autor: Antonio F. Martínez López
El tren llegó a las comarcas del norte de Granada y Almería a finales del siglo XIX. Lo construyó la compañía británica The Great Southern of Spain Railway Company Limited e iba ligado a explotaciones mineras como las de la Sierra de Baza o la Sierra de los Filabres: desde la ciudad de la Dama y de Caniles, atravesando todo el Valle del Almanzora, hasta el embarcadero del Hornillo (Águilas), desde donde partía el mineral en barco hacia cualquier destino del mundo. La línea acababa en Baza y pronto hubo una demanda social muy fuerte para que se construyeran los 50 kms. restantes hasta conectar con Guadix, Granada y el resto del ferrocarril andaluz. Sin embargo, los jerifaltes británicos del ferrocarril y las minas se opusieron frontalmente. Pretendían mantener su monopolio, sin las intromisiones en sus intereses económicos que supondría la apertura del tren hacia la zona occidental. A pesar del sinsentido de una línea cortada, mantuvieron su intolerante posición a base de sobornos y extorsiones.
La movilización por la ampliación del ferrocarril la encabezaban los hermanos María y Manuel Berruezo, brillantes ingenieros bastetanos que habían participado en la Exposición Universal de París de 1889, creando uno de sus principales atractivos, la «Galería de las Máquinas». Los hermanos elaboraron incluso un trayecto y su planimetría, en colaboración con Gustave Eiffel, al que habían conocido en la cita parisina. A cada paso que proponían, llegaba un intento de comprarles para callarles, o incluso atemorizarles, pero ellos nunca se dieron por vencidos.
Con el inicio del siglo XX se incrementó sobremanera el apoyo social para la extensión ferroviaria, hasta el punto que las compañías británicas aceptaron públicamente reunirse con los hermanos Berruezo para estudiar sus proyectos. Quedaron en una reunión privada en un lugar importante para el futuro desarrollo, como era la pedanía de El Baúl y el paso de su arroyo. La ilusión de los hermanos por la reunión contrastó con la animadversión de los responsables de las compañías, que pronto marcharon, dejando en su lugar a sus secuaces. Se destapó el pastel: la reunión no era más que una trampa para acabar con los hermanos, a los que despeñaron por el tajo del arroyo. Para colmo, las compañías anunciaron esa misma noche a la opinión pública que los hermanos les habían robado una importante cantidad de dinero y que habían huido. Caso resuelto.
Manuel murió por las heridas en el fondo del barranco y su cuerpo lo arrastró la corriente. María sobrevivió, aunque quedó muy malherida. Fue socorrida por una familia de pastores que la cuidaron. En los sueños de delirio por las heridas, veía el espíritu de su hermano en forma de águila, que le señalaba un nuevo emplazamiento al que habían previsto para el puente del Baúl.
Tras semanas de agonía, María despertó. Sintió que todo se resquebrajaba en su interior cuando le comunicaron la muerte de su hermano y que incluso las autoridades habían dictado una orden de «busca y captura» contra ella. Una parte de ella murió, estuvo a punto de abandonarse por completo, hasta que comprendió que tenía que hacer algo, tanto por la memoria de su hermano como por ella misma. No se rindió. Gracias a la familia logró huir y llegar hasta Granada, donde unas buenas amistades le facilitaron salir de España y llegar a París. Una vez allí, se, reunió con Gustave Eiffel, al que le unía una gran amistad desde su trabajo en la Expo parisina. En el último piso de la emblemática torre, residencia habitual del ingeniero francés, elaboraron ambos el plan. A través de las embajadas y de los gobiernos francés y español desmontaron las mentiras de los responsables de las compañías británicas, denunciaron sus extorsiones y pusieron al descubierto una amplia trama de chanchullos, que salpicaban incluso a responsables políticos. Los ceses y dimisiones se sucedieron en cascada. Con nuevas directivas en las empresas, más favorables a la apertura del ramal ferroviario, María Berruezo volvió a la comarca de Baza, plenamente rehabilitada y acompañada del propio Eiffel. Ambos dirigieron a pie de terreno las obras del Puente de Hierro del Baúl, en el nuevo emplazamiento indicado por el espíritu del hermano en sueños. 145 metros de puente sobre un barranco de más de 30, con tres tramos construidos con el novedoso sistema de contrapesos con vigas en forma de cruz de San Andrés; una magnífica obra que entró en servicio en 1907, convirtiéndose en referente y modelo en la ingeniería ferroviaria a nivel estatal y europeo. La última tuerca la colocó María. En ella talló el nombre de su hermano junto a un águila. Décadas después del cierre de la línea, permanece altivo el puente, todo un símbolo contra la intolerancia.
“Así, más o menos, me contó mi abuela esta leyenda. Al contarla recuerdo lo importante que es resistir, y también recuerdo a la abuela”
“Ay papa, como te lo curras ¡y como se lo curraba tu abuela, que seguro que tenía tarea contigo! Que si, que seguiremos resistiendo. Mira, hemos hablado mucho de donde vamos a ir cuando acabe el confinamiento, que si al parque, que si a la sierra, que si a la playa… Vayamos donde vayamos, primero paramos en el puente del Baúl, ¿vale?”
Incluso Aute cambiaba de tono y se unía al buen rollo
“No te lo pienses dos veces,
Haz lo que te pida el alma,
Puede que cambie tu suerte.
Mira que eres canalla…”